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martes, abril 13, 2021

Novela de Ajedrez | Stefan Zweig



A bordo del trasatlántico que a medianoche debía zarpar rumbo a Buenos Aires reinaban la habitual acucia y el ir y venir apresurado de la última hora. Se confundían y se abrían paso a codazos los allegados que acompañaban a los viajeros; los mensajeros de telégrafos, con las gorras terciadas, recorrían los salones como flechas, gritando tal o cual nombre; se arrastraban baúles y se traían flores; por las escaleras subían y bajaban niños movidos por la curiosidad, en tanto que la orquesta tocaba briosamente la música de acompañamiento de la deck show. Un poco apartado de ese tumulto, estaba yo conversando con un conocido sobre el puente de paseo, cuando a nuestro lado estallaron dos o tres agudos fogonazos de magnesio; algún personaje destacado había sido entrevistado y fotografiado, al parecer, instantes antes de la partida. Mi acompañante miró hacia aquel lado y sonrió:

-Llevan ustedes un tipo raro a bordo, a ese Czentovic. 

Debo haber revelado con un gesto harta ignorancia ante esa noticia, pues mi interlocutor agregó en seguida a guisa de explicación: 

-Mirko Czentovic es el campeón mundial de ajedrez. Acaba de recorrer Estados Unidos, de este a oeste, interviniendo en torneos, y ahora se dirige a la Argentina, en procura de nuevos triunfos. 



Partiendo de que el mundo del ajedrez siempre nos ha fascinado, aunque sólo sabemos mover fichas. En esta novela Stefan Zweig utiliza el ajedrez como excusa para exponernos magistralmente los abusos de regimen nazi y esa complicada maquinaria que el ser humano tiene dentro de la cabeza. 
Siempre es un placer leer a  Stefan Zweig.


domingo, abril 25, 2010

El mundo de ayer por Stefan Zweig


Si busco una fómula práctica para definir la época de antes de la Primera Guerra Mundial, la época en que crecí y me crié, confío en haber encontrado la más concisa al decir que fue la edad de oro de la seguridad. Todo en nuestra monarquía austríaca casi milenaria parecía asentarse sobre el fundamento de la duración, y el propio Estado parecía la garantía suprema de esta estabilidad. Los derechos que otorgan a sus ciudadanos estaban garantizados por el Parlamento, representación del pueblo libremente elegida, y todos los deberes estaban exactamente delimitados. Nuestra moneda, la corona austríaca, circulaba en relucientes piezas de oro y garantizaba así su invariabilidad. Todo el mundo sabía cuanto tenía o cuánto le correspondía, qué le estaba permitido y qué prohibido. Todo tenía su norma, su medida y su peso determinados. Quien poseía una fortuna podía calcular exactamente el interés que le produciría al año; el funcionario o el militar, por su lado, con toda seguridad podía encontrar en el calendario el año en que ascendería o se jubilaría. Cada familia tenía un presupuesto fijo, sabía cuánto tenía que gastar en vivienda y comida, en las vacaciones de verano y en la ostentación y, además, sin falta reservaba cuidadosamente una pequeña cantidad para imprevistos, enfermedades, médicos.


Sólo he leído este libro de este autor, pero se que no va a ser el último. Me ha encantado que me lo hayan dejado como el primer libro que tenía que leer de Zweig, a partir de ahora cuando vuelva a tener un relato de Stefan siempre me acordaré de él y de este libro, que más o menos viene a ser la historia de su vida. En la que nos relata un sin fin de acontecimientos, catástrofes y pruebas. Es una lectura para leer de una manera sosegada donde a través de sus vivencias te das cuenta de como era Europa en aquella época y como y por qué se iniciaron las dos grandes guerras.